El Gran Café antiguo

Nuestra Historia

En las páginas 34 y 35 de la novela ‘El testimonio del becario’ de José Antonio Leal Canales, premio Ciudad de Badajoz 2010, se describe el Gran Café: «A pesar de los años transcurridos, prácticamente nada había cambiado de aquella cafetería emblemática, quizás la más grande de la ciudad.  Mantenía las mismas mesas de mármol, rodeadas de acogedoras sillas negras de amplios respaldos y grandes espejos colgados en las paredes laterales».

El novelista se detiene después en los «camareros amables que seguían vistiendo los mismos uniformes, las mangas de las camisas recogidas, los impecables chalecos de rayas, los mandiles blancos». Aparece también en la novela la clientela del Gran Café. Leal Canales analiza su evolución: de aquellos estudiantes inquietos y escritores soñadores de los 80 a los «antiguos funcionarios de las delegaciones ministeriales, ubicadas en el edificio Múltiple».

A Cáceres le quedaba el Gran Café. Se inauguró al poco de desaparecer el Jámec, en 1983, y la idea inicial fue del profesor y cantautor Luis Regidor. Había estado de lector en Francia y había conocido los cafés parisinos de culto (Les Deux Magots, Flore, de la Paix). Había viajado por Europa y tomado café en el Silbernes de Viena, en el Greco en Roma, en A Brasileira en Lisboa. Al regresar, Regidor quiso trasladar a Cáceres lo que había visto en sus viajes.

Por su relación con un empresario cacereño, surge la idea de montar el Gran Café y se pusieron manos a la obra. La cristalería era de un café cerrado en los años 40 y la trajeron de Gijón. En el patio instalaron una copia de la farmacia del abuelo de Luis Regidor en Baños de Montemayor y pusieron una cabina telefónica inglesa. Regidor se apartó con los años del negocio, pero dejó su impronta exquisita y literaria en el local.

©ALONSO DE LA TORRE